LA PEÑA QUE NO FUE (Santa Teresita, Partido de La Costa)

"Hicimos tres intentos. El primero fue el mejor", cuenta Ramón Ferreira, que fue vice en la comisión que se había formado.
"La sede era una pizzería, arrancamos a fines del 2000, los primeros días de Noviembre. Juntamos cerca de 70 socios de la peña, algunos hasta eran socios del club. Se empezaron los trámites con San Lorenzo y entramos a buscar un lugar más grande, pero la dirigencia de aquel entonces por alguna razón no nos dió bola".
En el verano las cosas en La Costa son distintas: todos deben trabajar y no quedan ratos para juntarse a ver partidos, ni asistir a las reuniones de la comisión (eran 11 personas), por lo que el deseo de la peña quedó frustrado. Fue la primera de tres desilusiones.
El segundo intento arrancó a mediadios del 2001, en plena copa. Habían arreglado reunirse en un lugar privado, que alquilaban al señor Jorge Di Salvo. Jorge tiene un grupo de departamentos que alquila, y la idea de la peña le gustaba (aunque es hincha de nuestro hijo). "A mi me hablaron del proyecto y era bueno, pero yo tenía problemas con el Secretario, Pedro Díaz. Yo sabía que el tipo tenía deudas por todos lados, y les avisé, pero no me escucharon. Es una lástima porque la gente estaba bastante ilusionada, hay unos cuantos hinchas de San Lorenzo acá en Santa Teresita, y bastante fanáticos".
Nuevamente se iniciaron los trámites en el club: se le cobraba $2,50 a cada uno y sacábamos cerca de $160. "Eso nos daba para el alquiler y los viajes a Buenos Aires", cuenta Ramón. "Cuando todo estaba encaminado de vuelta, y por ser período de elecciones y cambio de dirigencia todos nos atendían cordialmente, nuestro secretario le pidió los ahorros al tesorero y de ahí en más nunca lo volvimos a ver. Dejó su casa, todo, y se fue". Jorge, que ya lo conocía, nos amplió cómo fue la decisión del secretario. "El tipo era un fanático del bingo (ubicado en la esquina de la Avenida 32 y la calle 5), encima jugaba todos los días a la quiniela y además tenía un par de vicios bastante feos. Yo sabía que estaba endeudado a más no poder, pero no me imaginé que fuera a dejar todo y tomársela." Ramón confirma esta historia asintiendo con la cabeza y se acuerda de la familia de ese hombre.
Allí terminó el segundo intento, con el descontento de hinchas y dirigentes de la peña.
Ramón quizo continuar con las reuniones de la Comisión, "pero eramos a lo sumo tres de los 11 que teníamos un cargo. El que venía siempre era el tesorero, ¡qué vergúenza tenía ese tipo!".
Así, todo parecía caerse, y eso que era uno de los mejores momentos de San Lorenzo.
Luego de casi dos años, en Junio del 2003,Ramón Ferreira volvió a la carga con su sueño. "Conseguimos una parrilla que nos cobraba nada más que $50 de alquiler. Organizamos una parrillada para la inauguración. Hubo gente que, como no podía venir, nos dejaba plata igual. A pesar de todo confiaban en nosotros. Estaba re ilusionado, porque los socios de la peña siempre me preguntaban cuándo arrancábamos devuelta. Esa vez fue la peor, porque me llevé una desilusión enorme. Para la chorizeada juntamos un montón de plata, y terminamos siendo los mismos tres gatos locos."
La parrilla pertenece a Alfredo Furmento, está en la calle 9 y 30. Alfredo es de San Lorenzo, pero recién conoció a Ramón en el 2002, y le planteó usar su parrilla. Lo conoció, como él dice, "cuando ya estaba. El tiraba y busacaba hacer un montón de cosas pero la gente no le respondía, encima de ahí en adelante las campañas no ayudaron para nada."
Ahí fue que lo conocí a Ramón yo también, en un partido vi las banderas. Donde yo alquilaba no tenía tele y pregunte qué había. Me contaron; como hacía frío me dieron café y todo. Eramos cinco viendo el partido con Racing.
El intento duró dos meses. "Me cansé. Arreglamos que hubiera reuniones los dias de partido para que fuera toda la comisión pero ni así. Teníamos un montón de planes, había que repetir lo que ya habíamos hecho.¡Si hasta había gente que nos había pagado la cuota por todo el año! Ahora me desligué de todo, aunque cuando alguien quiera hacer algo, todos saben que yo por San Lorenzo dejo la vida. Que cuente con mi apoyo, pero yo no organizo más."
Así, la peña que se iba a llamar en un principio "Los Gauchos", y tener como padrino a un familiar de Gabriel Magán; después se iba a llamar "Los Gauchos del ingeniero" quedó archivada en la desilusión de Ramón Ferreira, y de un grupo de hinchas que queríamos tener nuestro reconocimiento. Pero entre el verano y un secretario corrupto, y problemas típicos de la vida argentina (falta de guita, de ganas, de compromiso) seguiremos esperando.